LOS OTROS HIJOS Y NIETOS DE LA DICTADURA Y EL POSIBLE FUTURO COLAPSO DE LA DEMOCRACIA CHILENA.
Una de las herencias más transversales de la dictadura, explicitada o
validada por voces públicas o de la calle, es la satanización de la política.
Es el fondo de un chiste muy celebrado decir que ser político es lo mismo que
ser ladrón, mentiroso, corrupto, etc. Pero, el político ladrón, corrupto, etc.
es siempre el otro. Es el otro partido, es el otro dirigente sindical, es el
que tiene otro pensamiento u otros intereses.
En Chile existió un poderoso que concentraba en su persona un poder sin
contrapeso; el poder judicial aparentaba autonomía, pero estaba bajo su
control, la función legislativa era un decorado de su trono; entre sus
numerosos poderes, estaba el poder de dar vuelta la página, estar informado del
movimiento de todas las hojas de los
árboles, etc. Decía que era un apolítico. Según él, lo que realizaba como un
Jefe Supremo del aparato de poder autoritario, no era político. La política era
mala. Los “señores políticos” siempre estaban en sus discursos como seres
corruptos, culpables de todos los males. Solamente los apolíticos podían salvar
a Chile. Mucha gente se hizo “apolítica” y escuchaba complaciente sus discursos
“apolíticos”. No pocos empresarios compraron a precios “populares” empresas del
Estado, de todos los chilenos y gastaban sus hermosas y suaves lenguas
gritando: “somos apolíticos”, generamos empleos, trabajamos no practicamos la
“sucia política”. Hoy estos empresarios son poderosos, tienen un poder
económico que determina los poderes políticos. Ejercen un poder que tiene
consecuencias permanentes en la política nacional. Pero se autodefinen como
“apolíticos”. Hay que hacer notar que con esta lógica tendría que ser posible ejercer el poder presidencial
apolíticamente, sin política, que sería como desarrollar una matemática sin el
concepto de cantidad o número o pensar sin ideas, etc. Sociológicamente todo
poder es político, incluyendo el poder eclesiástico o el poder económico. En la
actual situación globalizada un empresario grande o multinacional tiene más
poder que el Senado o el Presidente de
la República.
Hoy escuchamos otros gritos que dicen: todos los políticos son ladrones,
mentirosos, etc. y la voz de este Jefe Supremo se vuelve a escuchar a través de estas voces nuevas y viejas. Lo
curioso es que los que gritan parecen paridos por otras madres. Estos hijos y
nietos (de padres que alguna vez fueron políticos y que cuando este Jefe
Supremos se hizo polvo (literalmente), porque no quiso experimentar la
putrefacción como los mortales que son políticos y todas esas cosas sucias,
celebraron con gritos y consignas muy antiguas este nuevo dicho “se hizo polvo”)
repiten casi copiando, el mismo discurso: la política es mala y no hay que
interesarse en esta “excreción” de la vida humana. Según una encuesta del
Injuv. el 73% de los jóvenes no puede nombrar al menos 5 diputados y más del 70% no sabe qué es el sistema
binominal. Esto no es patrimonio exclusivo de los jóvenes.
Los que
leen la política con un doble estándar y ven el mal solamente en el frente, en
los otros, se solapan detrás de estos resultados, y gritan: “sin partidos, los partidos son malos”
y en la noche reciben a algunos jóvenes y viejos en sus “guaridas partidarias” y
los instruyen en su campaña contra los “políticos”. Esta es una forma de
fornicar con el poder deseado y tener un
discurso anti-político. ¿Buscan causar el colapso de la democracia? Esta visión
negativa de la política es la peor herencia de la dictadura. Es el miedo y la desconfianza hacia la política,
“inculcados a fuerza de represión, desapariciones, tortura y férrea propaganda,
hicieron que hoy tengamos un evidente retroceso en la vida comunitaria, en
donde el valor de lo colectivo es infinitamente menor frente al individualismo.
Y hay que decirlo claro: la derecha más dura de hoy estuvo de acuerdo con ese
diseño, lo alentó y aún cree y dice que la política es mala”. Pero desde el
otro extremo se fomenta esta misma descalificación de lo político. Es una
aplicación perversa de la dialéctica con un sello anti-democrático.
El futuro de la democracia chilena,
su estabilidad depende en buena medida de la recuperación ética de la política.
La política no es para los que se aprovechan de los demás. No es una forma de
vivir del trabajo de los demás. La política depende de la naturaleza humana,
puede ser mala o buena, ambivalente, sucia o digna como un buen político o
líder auténtico o corrupta como una mafia de grandes intereses y poderes
anti-populares. Una forma de controlar y evitar la corrupción masiva de la
política es la participación del pueblo organizado en el control cívico de los
poderes públicos. La democracia meramente representativa está casi agotada, no
responde a las nuevas sociedades de masas aplastadas por los grandes intereses
globales. Esta democracia deteriorada necesita ser potenciada con una
organización popular dialécticamente equidistante de la clase dominante y
anarquismos que sueñan con partir de cero y así hacer posible un realismo político
que supere los “espejismos de poder” que chocan con los muros de hierro de este
sistema neo-liberal. Un ejemplo de este “espejismo de poder” son las protestas
y tomas estudiantiles que demasiadas veces terminan con un “beso a la
violencia” y son duramente reprimidas y sin resultados efectivos o sin conseguir
lo esperado. Tal vez ahora es el momento de movilizarse ante las elecciones
municipales. Y hay que considerar que cualquier movimiento de recuperación
democrática, está contra el tiempo: el consumismo esencialmente individualista
destruye día a día o debilita el discurso de un ciudadano activo y con poder
político de decisión en la base y lo reemplaza por un consumidor pasivo, tal
vez lleno de odio anti-capitalista, pero estéril, políticamente castrado,
alienado en ideologías inoperantes, que es fácilmente manipulado y seducido por
los creadores de adicciones y deseos artificiales.
Casi la
mitad de los jóvenes anuncia que no va a votar en las municipales. “El
remedio al lastre que nos dejó la concepción dictatorial de la política es
justamente tener más y mejor política. La política no es el debate de los cupos
para las municipales, no es si debemos seguir las encuestas o ir a primarias,
no debe ser la pelea por proyectos personales, ni menos si tal postulante
eligió a tal o cual candidato para sacarse una foto”. “Si en el Injuv se dieron
cuenta en 2012 de que los jóvenes ven pasar las decisiones importantes por el
lado sin sentirse interpretados ni empoderados, entonces ¿por qué no dieron una
conferencia de prensa para pedir el urgente fin del sistema binominal? ¿Por qué
el Injuv no pide la restitución de las horas de Educación Cívica o más horas de
Historia?” Se dice que: “Chile tiene la legislación que tiene en temas de
educación, salud, previsión, minería, laboral y pesca, porque nunca la
Concertación tuvo los votos para terminar con el empate ficticio que impuso la
dictadura en su Constitución de 1980”. Tal vez, pero el desarrollo presente y
futuro de la democracia chilena no puede depender de reacciones tan pasivas
frente a estos lastres de la Constitución del 80. Los aportes para renovar auténticamente la
democracia son diversos, multi-ideológicos y en algunos casos novedosos, pero
siempre democráticos. Los que nos identificamos
con el paradigma del comunitarismo personalista tenemos el desafío de
dejar nuestra impronta política, social y cultural en la historia de Chile.
Mario Andrés Díaz Molina: Estudiante en Práctica Profesional: de
5° año de Pedagogía en Religión y
Filosofía de la
Universidad Católica del Maule. Educador Comunitario.
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