LA INSPECTORA LAVINIA
QUIROZ MARTÍNEZ Y LA
CRISIS DE LA EDUCACIÓN.
1.- Cuando llegué a ejercer como profesor de
Religión y Filosofía al Liceo Manuel
Montt de San Javier, hace unos meses, me llamó la atención la figura señorial,
aunque pequeña, y sobre todo, la
voz imponente, pero a la vez femenina de
una inspectora de pasillo: Lavinia Quiroz Martínez. Parecía una jubilada de
carabineros o de las fuerzas armadas.
(jajajaja). Pude compartir con ella momentos preciosos de confianza y sobre
todo sentí su apoyo en mi trabajo docente. Al querer destacarla en este
comentario lo hago por su mismo valor personal, esto significa que no la
comparo con otro inspector o inspectora. Un valor auténtico no necesita
denigrar a nadie. Hay muchas formas de ser un buen inspector en un colegio. Una
buena fama no reposa sus pies sobre el “cadáver moral” de un colega. Lavinia es
por sí misma su propia carta de recomendación.
2.- La
disciplina es parte de una formación integral. Los valores obviamente no se
aprenden en forma exclusiva en el hogar o en el aula, etc. Están presentes o ausentes en toda la
comunidad escolar. Específicamente se aprecian en los pasillos y patios donde
la autoridad de un inspector es fundamental. El manejo de un curso está
insertado en todo el contexto de una escuela o liceo. La coordinación
profesor-inspector es cada vez más necesaria. Hay dos razones a lo menos: a)
las reglas internas se han diseñado para facilitar el hecho educativo y esto
debe ser entendido con claridad y asumido por toda la comunidad educativa. No
basta dar a conocer las normas, hay que hacerlas cumplir y para esto se
necesita un control y sanciones específicas de parte del docente, inspector y Dirección. b) la función
disciplinaria de un inspector tiene que ser efectiva para complementar el
trabajo docente. Tal vez se necesitan más inspectores especializados para
“controles definidos”: por ejemplo, quitar los celulares, guardarlos, llamar a
los apoderados para entregar los celulares de alumnos(as) sancionados, etc. Lo
digo en general, pensando más allá de
los espacios educativos formales que conozco. La inspectora Lavinia, cumple sus
funciones de una manera notable. Su
labor es reconocida por sus iguales y por los alumnos(as) más maduros y
lúcidos. En general, por toda la comunidad escolar.
3.- El inspector es un “educador valórico” que
no está en el aula, pero opera muy cerca de esta. Insisto, se necesita un
trabajo básicamente concordante y afín.
En esta situación, Lavinia inspira respeto, los educandos saben que ella tiene
razón, pero muy pocos lo dicen, pero de alguna manera lo expresan. Es una isla
en medio de la crisis de autoridad que afecta a las nuevas generaciones que
llegan a las aulas del Liceo Manuel Montt. No son pocos los estudiantes que no
logran incorporar en su ethos el respeto sincero a la autoridad de un profesor
o inspector. Más bien han instalado en el colegio la crisis de autoridad de sus
propios hogares y sociedad civil. Pero, personas como Lavinia, demuestran que
es posible orientar a las nuevas generaciones con reglas claras asumidas en
todas sus posibilidades.
4.- Las medidas técnicas en el área de la
educación que proponen los programas de gobierno hoy en pugna, parecen acertadas
desde los respectivos criterios que aplican.
Pero, hay un vacío que es propio de estos tiempos post-modernos: el
desprecio de lo valórico, en sentido real. Una educación diseñada desde las
matemáticas como el núcleo supremo del pensamiento sistemático no tiene la
misma amplitud que un proyecto educacional que se piensa desde un “pensamiento
de totalidad”. La filosofía de la educación en democracia, por ejemplo, supera
la parcialidad matemática. Lo que está en crisis es esta “ilustración
pragmático-racionalista” que tuvo su suma gloria en la mayor parte del siglo
pasado y hoy fomenta ideologías de la apariencia, por no decir de la mentira
ideológica: ejemplo, aparentar que se está construyendo otro modelo
radicalmente diferente al
neo-liberalismo global vigente y con insidia o negligencia no se fomenta una
cultura alternativa al consumismo individualista, etc. Los discursos políticos neo-liberales y del
socialismo mercantilista actual, segregan esta “peste” de las post-utopías que
flotan en el consumismo individualista de hoy: la cantidad sobre la cualidad,
el tener sobre el ser, etc. Todas las reformas que se proponen en educación,
serán profundas y todo, porque introducen mecanismos nuevos, pero la “levadura”
que “fermenta la masa es la misma”, es más de lo mismo. Lo seguro es que se
producirá una repartición de puestos burocráticos de control, intentando
siempre favorecer a personas de la misma ideología, cercanía, etc. Bachelet,
por ejemplo, no prefigura un proyecto de sociedad solidaria realmente y
efectivamente alternativo al sistema imperante. Es simplemente, una “simpática
administradora” que podrá negociar algunas “holguras” para los menos
favorecidos del sistema, algunos le dicen “reformas profundas”, pero la clase
dominante en Chile no dejará de funcionar macro-económicamente. Hoy más que
nunca reforma significa “camuflaje”. Se necesitan cambios radicales, realmente
revolucionarios. ¿No son posibles hoy? Entonces, no hay que inflar tanto “el
vientre de la bestia” porque reventará y esta vez no se trata de una demagogia
más en medio del mercado electoral.
5.- En este macro-marco la figura de Lavinia,
parece desaparecer o ¿qué tiene que ver? No es así. Ella representa un valor
auténtico que tenemos ahora mismo, no es una promesa política discursiva. Es un
factor concreto que hoy mismo está presente en forma activa, como recurso humano para hacer posible un
cambio educativo real. Necesitamos rescatar lo valioso que aporta esta mujer a
simple vista pequeña, pero valóricamente grande. Tiene autoridad y valor para
ser ella misma. Tal vez, en un contexto donde tiene que interactuar con
alumnos(as) bastante “atrevidos, groseros e irrespetuosos” porque están heridos
de alguna manera en sus “frágiles almas”, su voz se hace más gruesa y severa,
pero, los alumnos y alumnas que han logrado conocer algo de su corazón, saben
que es una mujer sensible y una buena madre y sus consejos son sabios y
precisos. Un abrazo estimada inspectora Lavinia, nunca olvidaré que usted me
recibió con respeto e hizo que me sintiera un profesor con dignidad. ¡MUCHAS
GRACIAS!
Mario
Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación.
Egresado de la Universidad Católica del Maule.